Texto para Macedonio. Para empezar aplaudiendo, de Liliana Heer, Editorial Paradiso, Buenos Aires, 2014.
Por Amalia Sato
Si alguna vez se representara esta obra, asistiríamos a la puesta en escena de otro posible banquete platónico, vertiginosamente actualizado. En la alternancia de voces: ausencia de dolor y verdugo. En la danza de los coqueteos sociales: aspiración a ser el mejor discípulo en la proliferación de estos Alcibíades deliciosamente mundanos. En un ámbito sin altisonancias: el hallazgo del tono de voz para lanzar cada frase fulgurante sin necesidad de una confrontación manifiesta que pueda crear asperezas. La velocidad de los signos de la fiesta en un escenario con tiempos operísticos. Y tras el telón de costado, la tutela del maestro, homenajeado y prescindente: Macedonio, ejecutante musical, dueño de lo más codiciado: estilo y la última palabra.