Amalia Sato y la revista Tokonoma

Cristina Daniele – Libros y palabras

Revista Tokonoma. Literatura y traducción

Dirigida por Amalia Sato, la revista Tokonoma debe su  nombre a “El pabellón del vacío” de Lezama Lima, allí se emplea “Tokonoma” con el sentido de “permisos para todo, desde la literatura”. Por eso está planteada como “una revista literaria con algún tema relacionado a Japón” alejándose de lo académico, donde “La gente escribe sobre Japón, desde el lugar y el punto de vista que puede”.  

Aunque no se dedica a la japonología, Amalia Sato nos acerca una imagen de ese lejano país que nos asombra y maravilla, al que solemos añorar aún sin haberlo conocido, quizá por esa versión romántica del Oriente, con los clisés de la geisha como modelo de la femineidad y de varones que mueren por el honor.

Tokonoma se edita anualmente desde 1994, el pasado mes de junio se presentó el número 14 que reúne cincuenta y cinco textos breves, generados a partir de una palabra japonesa.

Los autores escogieron libremente las palabras disparadoras, sin embargo, sus productos se cohesionan al modo de un diálogo. Cuentos, poemas, notas y ensayos breves, entre otros formatos, se dan cita según el orden de llegada de cada texto.

Participaron de la propuesta: José Galán, Marcelo Higa, Juan Forn, Masao, Nicolás Peyceré, Raúl Artola, Malu Verdi, Guillermo Quartucci, Adriana Fernandez, Victoria Lescano, Juan Batalla, Graciela Taquini, Delia Pasini, Lilian Escobar, Roberto Cignoni, Patricia Aschieri, Liliana Heer, Teresa Puppo, Diana Christello, Juan Ignacio Moralejo, Aneta Armendariz, Marcela Canizo, Paula Hoyos Hattori, Roberta Strippoli, Mercedes Villalba, Sofía González Bonorino, Quío Binetti, Liliana Lukin, Ronan Alves Pereira, Eduardo Muslip, Sergio Balardini, Héctor Pavón, Marcelo Ojeda, German Scalona, Diego Posadas, Susana Szwarc, Cecilia Onaha, Juan Pablo Fernández, Juan García Gayo, Moira Soto, Alberto Silva, Luis Thonis, María Eva Blotta, Fabrício Corsaletti, Christine Greiner, Mary Tapia, María Gainza, Yael Tujsnaider, Mami Goda, Delius Lozupone, Damián Blas Vives, Gustavo Schwartz, Pablo Schanton, Amalia Sato, Rafael Cippolini, Alejandro Ros.

Mujeres, cristianismo y literatura japonesa

Las culturas de Oriente generan fascinación entre los occidentales, tal es así que circulan mitos sobre costumbres que resultan “exóticas” por ser diferentes. Uno de los más difundidos es la figura de las geishas. Se las ha tomado como el símbolo del mundo femenino japonés. Sin embargo, gei significa arte y sha, persona. Es decir, persona dedicada al arte. “Se aplicó primero a los médicos, a los calígrafos, a los astrónomos, a los profesores de lenguas extranjeras. Los primeros “geisha” fueron hombres, no mujeres. Eran comediantes”. Las geishas tal como las conocemos hoy, hicieron su aparición en el siglo XVIII.

Esa imagen de la mujer japonesa con rasgos de suavidad, devoción y dulzura, ideales para combatir el modelo moderno, “agresivo”, es un tema tratado en Tokonoma, por ejemplo en los números 1 y 11, “En el Japón, durante el período Heian (794–1185), hubo una mujer cuyo nombre se desconoce, usaba el apodo de Sei Shônagon. Era hija del poeta Motosuke y se desempeñaba como dama de la corte de la emperatriz Sudako. Como muchas otras, Sei Shônagon llevó un cuaderno íntimo en el se atrevió a ejercer todos los géneros literarios: ensayo crítico, poesía, relato corto, apunte filosófico. Vivía en la corte entretenida en sofisticados juegos de retórica que consistían en recordar poemas, completarlos de acuerdo con una consigna o modificarlos para loas de los soberanos. Lo más “vanguardista” de la escritora eran sus listas, una mezcla de epigrama, sentencia o zuihitsu”. Sei Shônagon produjo, a fines del primer milenio, una obra maestra, “El libro de la almohada” (Editado por Adriana Hidalgo, con la primera traducción al castellano realizada por Amalia Sato).

La escritura en Japón apareció tardíamente, los primeros escritos serían del siglo VI y la primera antología, del siglo VIII después de Cristo. Se adjudica a las mujeres la fundación de la escritura japonesa a partir del intercambio epistolar amoroso (en especial con los poemas que respondían a otros poemas), de manera tal que intervinieron en la transformación caligráfica de la escritura, fundamentales para la estilización formal hasta llegar a la escritura vernácula, propia de Japón.

Otros números de Tokonoma abordan la influencia del cristianismo en Japón, con un interesante punto de vista de la editora al vincular esa influencia a los viajes de los portugueses, de quienes dice: “movilizaron el mundo. Recordemos que los portugueses en realidad son, en su mayoría,   judíos conversos que se van a navegar, instalados en Ámsterdam dan impulso al comercio mundial que nace de esas excursiones (…) Ni bien los expulsan, empieza el período Edo, la época de la clausura japonesa pero con  un enorme vitalismo en las ciudades respecto del sexo, del espectáculo, del teatro kabuki, de la cultura popular. Los cristianos entraron a Japón con un contacto muy vivo respecto de su cultura a través del comercio. (…) Movilizaron mucho la cultura japonesa en el sentido urbano, de cultura popular, artes populares, cierto transformismo cultural”.

La revista Tokonoma, plantea estos y otros temas, los expone y da enfoques que permiten cuestionar o poner en duda los cánones transmitidos. Interesantes, entretenidas, para no dejar de leerlas, informarse y aprender.

Gracias a la donación de Amalia Sato, la Biblioteca Popular Manuel Belgrano cuenta con los siguientes ejemplares: Japón en Tokonoma, Buenos Aires, 2001 (Su literatura, traducciones y lecturas. Prólogo Haroldo de Campos) / Tokonoma 6, Buenos Aires, 1998. Traducción y literatura. / Tokonoma 9, Buenos Aires, 2004. Traducción y literatura. / Tokonoma 10, Buenos Aires, 2005 / Tokonoma 11, Buenos Aires, 2006 / Tokonoma 12, Buenos Aires, 2007 / Tokonoma 13, Buenos Aires. No desaprovechen la oportunidad de disfrutarlas.

Noticia biográfica

Amalia Sato (1952) nació en Buenos Aires, es profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires e investigadora de la Sección de Asia y África, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UBA (1992-1996) y Docente de Español en la Fundación Centro de Estudos Brasileiros

Colaboradora en revistas como  Suplemento Cultura del diario Clarín de Argentina, Japónica de México; De azur (de Nueva York), entre otras. Es directora de la colección Narrativa/Tokonoma en la editorial El Cuenco de Plata.

Tradujo entre otros autores a Sei Shonagon, Clarice Lispector, Yasunari Kawabata, Haroldo de Campos, Mori Ogai, Natsume Soseki. En 2004 recibió el Premio Konex, Diploma Traducción.

Amalia Sato pertenece a una familia cuyos integrantes viven en la Argentina desde hace tres generaciones. Sus dos espacios de interés son Japón y Brasil.   La escritora llegó a  la especialización por la curiosidad en la literatura medieval japonesa y la participación de las mujeres en la modificación de los ideogramas durante el siglo X. En el proceso de las traducciones, comprobó cómo fueron impregnados los textos originales por sus traductores al comparar su trabajo con el de otros.

Sus publicaciones: Sei Shonagon, El Libro de la Almohada  (Editorial Adriana Hidalgo, 2000). Traducción, prólogo y notas.

Amalia Sato, Japón en Tokonoma. Su literatura: textos + lecturas. (Series Tokonoma, 2001). Con prólogo de Haroldo de Campos. / Ana Maria Machado, La Ciudad (Ediciones Grupo Velox, 2002). Traducción. / Mori Ogai, En Construcción (Editorial Adriana Hidalgo, 2003). Selección de textos, revisión de las traducciones, prólogo y notas. / Renato Ortiz, Japón: lo próximo y lo distante (Editorial Interzona, 2003). Traducción. / Ihara Saikaku, El Gran Espejo del Amor entre Hombres (Editorial Interzona, 2003). Traducción. / Yasunari Kawabata, Mil Grullas (Editorial Emecé, 2003). Prólogo. / Clarice Lispector, Revelación de un Mundo (Editorial Adriana Hidalgo, 2004). Selección, traducción, prólogo y notas. / Haroldo de Campos, Yugen (Penpress, 2004). Selección y traducción. / Yasunari Kawabata, El Maestro de Go (Editorial Emecé, 2004 en prensa)  Traducción.

Publicado en DC Carilo, 23 de setiembre de 2010.