Por Alfredo Prior
La Noche, que ves en tal dulce actitud dormir, fue esculpida por un ángel en esta piedra, (y porque duerme está viva). Despiértala, si no lo crees y te hablará. Te hablará. Walt Turner
“El último momento de la noche se alejó, no lo vimos, no lo conocimos todavía. Sin ser notada se sintió invisible”, escribe Arturo Carrera en uno de los poemas incluidos en Noche y Día. “Dadme un zorrino y os daré una marta cibelina” le dije a Arturo en aquella de aquellas mañanas en que cabalgábamos por el Pensamiento, montado en tordillo el poeta, yo en alazán ruano. Tuve una ocurrencia en letras de bronce que en un segundo se convirtieron en barro. Como ardilla que corre en mordisqueada alarma, tomé mi caja de acuarelas y convertí al tordillo y al alazán en gemelos pintos. Sobre blanco negro o sobre negro blanco, ¿quién pudiera ahora decirlo? Hice de aquellos ponis alegoría peronista, como el mar reimpreso, hielo virgen, niño imposible de ningún rescate. Y así seguimos cabalgando por El Pensamiento, y con el soplo plumoso de todas las resacas supimos que uno era poeta, y otro pintor – ¿quién más poeta que pintor? – en nuevos cuerpos de un momento aún por no venir.