María Elena Ota Mishima

Texto in memoriam

Por Amalia Sato

María Elena Ota Mishima, profesora de El Colegio de México, querida amiga fallecida en 2000. Publicado en la revista Japónica 23, México, 2001.

El último viaje

La María Elena que yo conservo y atesoro en mi memoria ilumina siempre las situaciones, incluso las académicas, con su personalidad vivaz. Pionera en la delimitación de un campo de trabajo, conjugaba su seriedad de estudiosa con un modo para nada solemne. Gracias a ella conocí en 1989 el archivo histórico de la ciudad de México, y me di cuenta de lo que significaba manipular esas miles de fichas amarillentas, con fotos de rostros inescrutables, que tenían que cobrar vida. Al querer documentar los cien años de inmigración japonesa, qué falta se siente ahora en Buenos Aires de una investigadora como ella, que hubiera asumido a tiempo esa tarea ciclópea de recopilar datos, ya en documentos ya por el registro del testimonio de protagonistas, y les diera un sentido. Alguien que asumiera, como María Elena, su tarea nada menos que desde el compromiso y la conciencia histórica en acción. Nos veo en el aeropuerto en 1997, ella y su mamá ya tan ancianita, sentada en el coche, despidiéndonos con promesas de libros y noticias. No haber tenido ningún mal presentimiento en febrero de 2000, cuando estuve muy recientemente en el DF, haber entrado en su cubículo de El Colegio de México para dejar un paquete con dulces y una nota, ver su casa desde un taxi y todavía creer que estaba de viaje como decían, todo eso forma parte de un final tan extraño de la imagen que yo no olvidaré. Este es un homenaje que agradezco a los amigos de Japónica, celebratorio de la amiga que me privilegió con su cariño, que me hizo conocer su ciudad, su país, con esa bondad que conjugaba el viejo estilo de un hogar de Japón con lo más grato de los modos mexicanos. María Elena Ota Mishima y su mamá, en mi memoria. 

Buenos Aires, 28 de abril de 2001.